miércoles, 6 de marzo de 2013

LA PARANDA DE LOS SANTOS

Paseando estaba San Pedro sobre nubes de algodón
cuando penetró a su oído un ruido ensordecedor
Comisionó de inmediato a San Luis y  a San Simón 
para averiguar aquello que le llamó la atención
Paciente aguardó San Pedro por aquella información
pero no llegaron nunca ni  San Luis ni  San Simón
Llama entonces a San Carlos, San Julián San Filemón
Vean que sucede abajo y donde están Luis y Simón

Pero le sucede a Carlos, a Julián y a Filemón
lo mismo, pues no regresan  trayendo la información
¿Qué está pasando caramba es esto una rebelión?
Se preguntaba San Pedro mostrando su indignación
Acude ahora a San Antonio, también a San Salvador
Vean  si están conspirando o armando una rebelión
y sí es así traigan presos a San Luis, y a San Simón
pero también a San Carlos, San Julián y a Filemón


Confiaba esta vez San Pedro en saber la situación
que acontecía allá abajo con la exacta información
Pero dos horas más tarde no ocultaba su estupor
pues tampoco retornaban San Antonio y  Salvador
Siete santos se han perdido desconozco la razón
¿qué explicación puedo darle si me pregunta el Señor?
lo que está pasando abajo huele como a sedición
pero me llamo San Pedro y aclararé la cuestión

En vista de aquel asunto al que no halla explicación
le da un pelotón de santos a San Marcos de León
Si en dos horas no regresas con toda la información
date pues por expulsado de este reino del Señor
Partió presto y de inmediato aquel santo sargentón
acompañado entre otros de San Juan, San Hilarión
de San Blas, San Inocencio, San Toribio y San Padrón
confiando en satisfacer las demandas del patrón


Vencido ya el plazo dado a San Marcos de León
que tampoco regresaba con su santo pelotón
llama entonces a San Jorge, a San Andrés, San Albión
a San Lucio, a San Gabriel, a San José  y San Ramón
No quiero que ustedes caigan en similar situación
no se dejen arrastrar por ninguna tentación
confío en que ustedes traigan todita la información
y sí es así les prometo que los asciende el Señor

Ya se ocultaba la luna después de ponerse el sol
y ninguno de los santos ni por calle o callejón
lograba mirar San Pedro con la cumplida misión
de lo que pasaba abajo con la extraña situación
Se le ocurre no enviar más a ningún santo varón
y a Santa Rita  y Santa Rosa les confiá la misión
Reunan  un montón de santas les dice sin ton ni son
y partan ya de inmediato y averigüen la cuestión

Con  Santa Inés y Santa Clara parten las dos en cuestión
Santa Juana y Santa Elena reforzando el pelotón 
miraban a Santa Luisa y Santa Ana, en reflexión
marchando a la retaguardia para cumplir su misión
Pasada la medianoche no oculta su indignación,
San Pedro ya convencido que había una rebelión
pues ninguna de las santas ni ningún santo varón
se presentan a su trono con la resuelta cuestión

San Lucas le dice a Pedro de parte de su Señor
que requiere su presencia para que de información
de porqué estaba quedando el cielo sin un santón
pues no veía a ninguno ni en santa meditación
Se planta entonces San Pedro ante su jefe mayor
y le cuenta con presteza aquella extraña evasión
de los santos y las santas que mandó sin dilación
para averiguar aquello que le llamó la atención



Parte pues ya de inmediato le responde su patrón
y espero que tú resuelvas no sólo aquella cuestión
sino que regreses pronto con todo santo felón
que se ha evadido del cielo sin tener menor razón
Abandona Pedro el cielo confiado de su misión
y de meter en cintura a todo santo varón
pero también a las santas pues sin justificación
se han escapado del cielo sin mediar explicación

Llegó Pedro hasta el lugar de la extraña situación
y lo que mira lo dejan casi sin respiración
pues observa a un gran gentío negros como un cigarrón
unos alegres bailando y otros tocando tambor
con el torso descubierto por el que corre el sudor
y levantando del suelo un enorme polvorón
cuando alegres daban vueltas lo mismito que un ciclón
así como  patinando sobre un piso de jabón

 
 Pero se queda pasmado mirando con estupor
al santo aquel sinvergüenza llamado San Filemón
abrazando fuertemente sin recato y con furor
a una muchacha bonita, negrita como el carbón
Confundido entre la gente que invade aquel caserón
mira pedro a otra negrita que llamaban Asunción
que  moviendo las caderas por compaces de tambor
bailaba zumba que zumba con San Marcos de León

Pero lo mismito hacían San Juan y San Hilarión
pues haciendole una rueda los negros en el fiestón
bailaba uno con la hija del dueño del caserón
y el otro con su mujer que llaman Encarnación
Más allá mira  a San Carlos con una botella e ron
declamándole cual bardo un poema muy  tristón
al oído de otra negra que se seca  un lagrimón
Y se persigna diciendo ¿Qué está pasando Señor?

Pero no perdían el tiempo ni San Blás ni San Simón
que mirando a todas partes con ojos de camaleón
buscando alguna pareja para entrarle a aquel fiestón
encuentran a dos muchachas con las que bailan tambor
A San Andrés que pasado ya estaba de tanto ron
le obsequiaba una negrita majarete y papelón
pero San Julián se acerca diciendo murmurador
Borracho no come dulce, tráigale otro palo e ron

Y Pedro no terminaba de entender la situación
cuando observa más allá  a San Luis y a San Padrón
que pasándole los brazos por los hombros San Ramón
yéndose de un lado a otro por efectos del alcohol
entonan  desafinados pero llenos de emoción
una muy alegre fulía, o tal vez un galerón
al oído de otras negras también de aquella región
que aplaudían de contento a los santos en cuestión

Otra muy alegre muchacha le grita sin son ni ton
a San Antonio que estaba solitario y remolón
Ponga cara e alegría vamos a bailá este son
mire que esto no es el cielo disfrute de este fiestón
Y el santo ya contagiado de alegría y de emoción
acepta de la muchacha aquella su invitación
Y en medio de aquella sala, o más bien del caserón
bailaba y contorsionaba a cada golpe e tambor

San Toribio con San Lucio por allá por un rincón
jugaban Bolas Criollas con San José y San Albión 
Mientras que San Inocencio igual que San Salvador
también  pasados de palos le cantan una canción
a una negra buenamoza con cintura de avispón
al compás del taqui taqui taqui taqui del tambor
A San Gabriel se le observa  bailando con Asunción
que abandonó a su pareja porque le dio un pisotón

No se pase de la raya, no aproveche la ocasión
mire que esto no es bolero sino baile de tambor
Le dice un negro a San Jorge pues miró de refilón
al santo metiendo mano por dentro del camisón
de una muchacha bonita con no muy santa intención
No piense usted cosas malas deje la preocupación
yo le rascaba la espalda pues la picó un cigarrón
Le responde el santo al negro siguiendo con la cuestión

Pero no sólo los santos bailaban y bebían ron
sino que también las santas en vista de la ocasión
participan del jolgorio y sin el menor pudor
Pues Pedro ve a Santa Rosa que no oculta su emoción
bailando con  un negrito oloroso a cundeamor
Y al sentir que la apretaba como exprimiendo un limón
le grita afloja  muchacho que estoy sin respiración
mira que soy una santa respeta mi condición

Se le acerca a Santa Clara un muy educado señor
¿Quiere usted bailar conmigo? Se lo pide por favor
Santa Ines que estaba cerca y oye la proposición
Responde: Ella no baila, sáqueme a mi buen señor
Pero Santa Clara salta como un gallo Marañón
viendo como le querían  privar de la invitación
y le grita a la otra santa sin la menor dilación
Tate tranquila esta niña que es conmigo la cuestión

Santa Ana y Santa Rita sentadas en un sillón
se sorprenden cuando un negro con su recio vozarrón
masticando entre los dientes un trocito e papelón
las toma por la cintura diciéndoles: No señor
aquí todo el mundo baila parense de ese sillón
vengan pal centro del patio que está sonando el tambor
Y llama a gritos a dos negros a Fernando y Juan Ramón
con los que las santas bailan contagiadas de emoción

Santa Juana echa la loca con el negro Pantaleón
agarrados de las manos se meten en el fogón
cerrando después la puerta para echarse un palo e ron
Santa Luisa que sospecha pero sin tener razón
que algo pasaba allá adentro entre Juana y Pantaleón
le pega un grito a la santa llena de preocupación
Salga Juana por favor, sálgase de ese fogón
del negro ahí viene su novia que creo que llaman Leonor

Santa Elena que imploraba que un joven o  cincuentón
antes que acabe la fiesta y salga de nuevo el sol
se le acerque y la invitara si bien a bailar tambor
salta de lo más contenta al mirar que un mocetón
negrito pero de dientes más blancos que el algodón
la invito pronto a bailar en medio del corralón
Y ella mirando hacia atrás, dice en tono socarrón
Yo este boche no lo pelo quizás no haya otra ocasión

Y usted don Pedro ¿que pasa? Lo interroga Encarnación
al mirar al santo triste escondido en un rincón
Métase en aquella troja pa que se eche un palo e ron
mire que aquí en esta tierra veneramos al Señor
y hay parrandas de San Pablo también de usted en su honor
Venga conmigo don Pedro vamos a bailar tambor
Y el santo le dice entonces a la doña Encarnación
Si es así la cosa entonces  vamos a echarle pichón

Y ya todos viendo a Pedro moviéndose cual ciclón
como queriendo tocarle la cintura a Encarnación
contagiado de alegría bailando en aquel fiestón
le hacen ruedo a la pareja aplaudiendo de emoción 
Y los negros y las negras bailando al son del tambor
yéndose de un lado a otro cual batiendo papelón
sin perder  ritmo y cadencia con brazos en extensión  
daban vueltas y más vueltas en medio del caserón

¿Cómo se llama esta tierra? pregunta Pedro a un señor
San José de Barlovento le responde Juan Ramón
¿Qué les parece la cosa? pregunta ahora Asunción
a los santos que responden: de maravilla mi amor
Y continuaron toditos disfrutando del rumbón
en aquella tierra ardiente de negros baila tambor
y de negritas bonitas  dulces como el papelón
adornándose el cabello con la más hermosa flor

Y con luna soñolienta ya dándole paso al sol
se terminó aquella fiesta quedando mudo el tambor
Y los santos y las santas viendo con preocupación
que Selene ya no estaba derramando su esplendor
abrazando a todo negro  bullanguero y bailador 
se van despidiendo de ellos bendiciendo el caserón
Y después de darle un beso a un niñito  barrigón
se van camino del cielo deseando otra invitación

Pero Pedro  arrepentido, tembloroso y con temor
recordando aquella fiesta en que sin ningún rubor
participó con las santas y  todo santo varón
dirigiendo su mirada hacia el reino del patrón
caminaba cabizbajo en íntima meditación
¿Que castigo me tendrá ya reservado el Señor?
seguro estoy que al llegar me dice lleno de horror
Pasa a mi despacho Pedro, y firma tu jubilación

En la punta de los pies, por los predios del Señor
caminan  santos y santas mirando a su alrededor
no ven Moros en la costa y corren a su habitación
dejando solo a San Pedro para que enfrente al patrón
Al fin regresas San Pedro ¿que dices de la cuestión?
pregunta con insistencia aquel su jefe mayor
Pero mirate esa facha ¿ y que es ese aliento a ron?
no me digas que toditos están de igual situación


Lo que pasó  es que los negros de Barlovento Señor
y unas muchachas bonitas, negritas como el carbón
nos invitaron a todos para un baile en la región
Y al ver a negros y negras bailando el sabroso son
al compás del taqui taqui de la mina y el tambor
no pudimos yo y ninguno aguantar la tentación
y bailamos y  bebimos, uno que otro trago e ron
pero ahora arrepentidos suplicamos su perdón

¿Cómo es la cosa San Pedro? explícate por favor
¿dónde queda Barlovento? ¿qué es un baile de tambor?
Y diez minutos más tarde explicada la cuestión
Pedro sin querer despierta el interés del Señor  
Si usted las hubiera visto como bailaban tambor
aquellas negras bonitas, bonitas como una flor
que tienen una cintura de guitarrita patrón
yo creo que usted tampoco resiste la tentación

Pensativo se paseaba de un lado a otro el Señor
diciéndole así a San Pedro que no oculta su emoción
Ya están todos perdonados lo digo de corazón
y ante lo que has dicho Pedro te pediré un gran favor
regresa ya a Barlovento pero ya sin dilación
y le dices  a esas mozas con cintura e guitarrón
y a esos negros bullangueros negritos baila tambor
que desde el cielo les mando a todos  mi bendición

Pues a pesar que del mundo soy soberano y Señor
que de todos los mortales yo soy el supervisor
que cuando lo considero doy castigo y doy perdón
después de todo no es malo un poquito e diversión
Parte ya entonces San Pedro y llévate a San Ramón
y me compras alpargatas y franelas de algodón
que prepare los tambores le dices a Encarnación
pues para  próximo baile yo espero su invitación

                                  
César Rivas Aguilar 
Septiembre 2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario